
El siglo I a. C. es un periodo en el que se gestan grandes transformaciones políticas y sociales que ejercieron una influencia clave en la crisis de la República y en la conformación del Principado y la estructura imperial romana. En este trabajo se pretende analizar la interrelación entre la crisis del sistema republicano y la religión romana, a través de una sintética aproximación a las principales aportaciones de la historiografía de la religión romana. Se analiza asimismo la relación entre religión y política a través del Heruspicum responso de Cicerón.
En el presente estudio se realiza una somera aproximación a las principales aportaciones de la historiografía de la religión romana en lo que se refiere a la interrelación entre la crisis del siglo I a. C. y la religión romana pública.
El supuesto abandono de la religión romana oficial como fruto de la crisis tardorrepublicana será determinante en la restauración de Augusto cuyo pontificado máximo le permitió intervenir activamente en el desarrollo de la política religiosa, revitalizando la vieja religión romana y frenar el auge de algunos cultos orientales.
De este modo, se tratará de analizar la relación entre religión y poder político, la penetración de cultos orientales y sus factores, entre los que cabría destacar el olvidado rol de la mujer, y el concepto de declive de la religión en contraposición a la idea de transformación o evolución del sistema de creencias como producto de los importantes cambios operados en la sociedad romana como consecuencia de la crisis que alcanzó de lleno a las esferas política, económica y social.
Por último, se realiza una aproximación a la relación entre religión y política a través del Heruspicum responso de Cicerón.
Religión y poder político.
Entre las aportaciones de la historiografía de la religión romana destaca la de Wissowa. Este autor concibe la religión en época tardorrepublicana como un elemento de manipulación política, señalando como causantes de esta decadencia a las nuevas corrientes filosóficas traídas de Grecia y a los cultos y mitos orientales[1].
Tres factores contribuyeron a la penetración de nuevas prácticas religiosas: los esclavos llegados a Italia, las largas permanencias de los soldados en provincias y la continuada presencia de publicanos y comerciantes. Es significativo que las innovaciones religiosas llegasen principalmente de Asia Menor y de Egipto, y no de las provincias occidentales, lo que sugiere que el fenómeno pudo ser más complejo de lo que imaginamos.
Aunque en general se atribuye un papel secundario a la mujer, ligado a funciones intrínsecamente femeninas como el matrimonio o la reproducción, es probable que jugasen asimismo un intenso papel político. Pese a la escasez de estudios sobre la mujer en la religión romana, Beard destaca sus roles en relación a las nuevas religiones[2].
La extensión de los cultos orientales debió representar un importante factor de cambio ideológico. Los cultos mistéricos, a diferencia de la religión oficial, daban cabida a la creencia en la vida eterna y acabaron integrándose en la religión romana como lo atestiguan los cultos a Isis, Serapis, Attis, Cibeles y Mitra, entre otros.
Si bien otros autores[3] comparten la hipótesis de que, en el periodo de crisis de la República, la religión fue un arma en manos de las diferentes facciones, esgrimiendo que, en el último siglo de la República, la religión estuvo marcada por un ritualismo y formalismo que no colmaba las necesidades del creyente, Scheid argumenta la existencia de un profundo sentimiento religioso[4].
La sociedad romana de la República tardía era ideológicamente menos monolítica y más compleja que la de épocas anteriores; lo que probablemente facilitó un margen mayor para la discrepancia política.
En este sentido, Taylor considera que la religión oficial podía ser manipulada en el contexto de lucha entre facciones y que fue utilizada para fines políticos[5].
El estudio de Scheid sobre la piedad romana incide en que religión y política están ligadas estrechamente. Sin embargo, este autor niega que se pueda buscar la justificación de la crisis en términos de dominación política de la religión.
Bajo el término de la piedad popular se darían al menos cuatro fenómenos diferentes. En primer lugar, formas de religiosidad local, distintas de la religión oficial estatal. En segundo lugar, formas de religiosidad domésticas e individuales, a diferencia del culto oficial. En tercer lugar, formas de religión popular, a diferencia de las clases sociales que conformaban la élite y de su teología y cosmovisión. (ejemplo: amuletos, objetos mágicos, presentes votivos, etc.). Por último, nuevas formas de expresión de la religiosidad que caracterizan este periodo y que difieren de etapas anteriores.
¿Declive o factor de cambio?
En contraste con las perspectivas anteriormente reseñadas, John North sostiene que la caída en desuso de determinados cultos y rituales, son fruto no de un periodo de decadencia, sino de la evolución acompasada de la sociedad y la religión, en un periodo en el que se confrontaron elementos tradicionales con otros más novedosos[6].
Liebeschuetz rechaza, asimismo, la idea de decadencia de la religión al considerar su transformación en términos de continuidad y cambio, no de declive[7].
En la misma línea que North y Liebeschuetz se sitúan las aportaciones de Beard y Crowford[8]. De este modo, debe contemplarse la religión romana en el marco de la crisis de la República de un modo menos monolítico; lo que posibilita realizar una diferenciación entre religión privada, cultos extranjeros, cultos mistéricos y otras opciones individuales de vida: los grupos epicúreos, los estoicos, etc., frente a la religión pública controlada por las élites sociopolíticas.
De haruspicum responso
De haruspicum responso es un discurso pronunciado por Cicerón ante el Senado el año 56 a.C. que evidencia no sólo el clima de inestabilidad política sino la suma importancia de la religión en el contexto tardorrepublicano y su utilización como herramienta de reconstrucción de su figura política tras su regreso del exilio[9].
En relación a la interrelación entre la crisis del sistema republicano y la religión romana cabe resaltar la compleja convivencia entre las tradiciones religiosas romanas y las teorías filosóficas griegas que se evidencian en el texto.
En este sentido, Cicerón plantea que es perfectamente legítimo dedicarse al estudio de la filosofía griega y sostener los principios más tradicionales de la religión romana. Cicerón reconoce la autoridad de los colegios sacerdotales (pontífices, augures y quindecimviri, como de los auríspices), pero se atribuye la capacidad de interpretar el mensaje divino en base a su conocimiento de las dos fuentes del saber religioso: la filosofía y la tradición religiosa.
De haruspicum responso es el único testimonio que se conserva de un pronunciamiento de los arúspices. El texto pone de relieve la imbricación entre saber religioso y autoridad política, reflejando las ideas en torno a la religión en el ámbito de la élite senatorial.
De haruspicum responso no sólo ilustra la estrecha interrelación de religión y política, sino que presenta los principios y prácticas de la adivinación como una forma de comprender y modelar el discurso político. En definitiva, De haruspicum responso nos aporta un testimonio único de los marcos institucionales dentro de los cuales los romanos aprendieron escudriñar su propio comportamiento, sus códigos y valores religiosos (deslumbrados por el modelo ateniense clásico)[10].
Conclusiones
El periodo de crisis de la República no fue sólo el de los grandes conflictos políticos que condujeron a la desaparición del régimen republicano, sino también el de los profundos cambios económicos y sociales que afectaron a las relaciones del hombre con los dioses.
No es correcto hablar de crisis o declive de la religión pública romana en la fase final de la República, sino de evolución e incorporación de elementos principalmente orientales, lo que denota un continuo proceso de aculturación. La religión incorporó elementos provenientes de la antigua Grecia, Asia Menor y de Egipto, en un proceso de asimilación propiciado por la permisividad del Estado romano. El Estado romano permitió las creencias y cultos religiosos, siempre que éstos no fueran instrumentalizados contra el poder romano.
La religión fue instrumentalizada para fines políticos. Sin embargo, la relación religión-política es compleja. La política usa la religión, pero la religión usa asimismo la política.
La religión actuó como un factor acelerante del cambio socio- cultural, no como detonante del mismo. La religión, como parte del sistema simbólico de una cultura tiende en momentos de cambio a recomponer el orden social alterado[11].
La extensión de los cultos orientales constituyó un importante factor de cambio ideológico al introducir la idea de la vida más allá de la muerte.
La revitalización de la religión tradicional romana por parte de Augusto condujo, sin embargo, a la incorporación de importantes novedades en la misma. En este sentido, la de mayor trascendencia fue el culto imperial, de evidente carácter político.
[1] WISSOWA, G.: Religion und Kultus der Römer. Múnich: Beck, 1912, pp 77 y ss.
[2] BEARD, Mary; NORTH, John y PRICE, Simon (1998): Religions of Rome. Vol. I. A History. Cambridge, Cambridge University Press.
[3] LATTE, K.: Römische Religionsgeschichte. Múnich: Beck, 1960
[4] SCHEID, J.: Religion et pieté a Rome. París: Albin Michel, 2001.
[5] TAYLOR, L. R.: Party Politics in the Age of Caesar. Berkeley: University of California Press, 1964, pp. 76-78.
[6] NORTH, J.: «Conservatism and change in Roman Religion», Papers of the British School at Rome, 44, 1976, pp. 1-12.
[7] LIEBESCHUETZ, J.: Continuity and Change in Roman Religion. Oxford: Clarendon Press, 1979, pp. 306-307.
[8] BEARD, M., y CRAWFORD, M.: Rome in the Late Republic. Londres: Duckworth, 1985, p. 26.
[9] Estos aspectos han sido resaltados recientemente por diversos autores: J. North, Prophet and Text in the Third Century b.c., en E. Bispham - C. Smith (eds.), Religion in Archaic and Republican Rome and Italy, Edinburgh 2000, pp. 92-107; F. Pina Polo, Cicerón, elegido de los dioses. La reprobación religiosa del adversario político como recurso retórico, en F. Marco Simón - F. Pina Polo - J. Remesal Rodriguez (eds.), Religión y propaganda política en el mundo romano, Barcelona 2002, pp. 57-69; C. Beltrão da Rosa, De haruspicum responso. Religião e política em Cícero, «Mirabilia» 3 (2003), pp. 20-42; A. Corbeill, The Function of a Divinely Inspired Text in Cicero’s De haruspicum responsis, en D.H. Berry - A. Erskine (eds.), Form and Function in Roman Oratory, Cambridge 2010, pp. 139-154; I. Gildenhard, Cicero’s Theodicy, en Id., Creative Eloquence. The Construction of Reality in Cicero’s Speeches, Oxford 2011, pp. 299-350; M. Beard, “Cicero's 'Response of the Haruspices' and the Voice of the Gods.” The Journal of Roman Studies, vol. 102, 2012, pp. 20–39.; R. Seager, The (Re/De)Construction of Clodius in Cicero’s Speeches, «Class. Quart.» 64/1 (2014), pp. 226-240; A. Valvo, Il declino della Repubblica nel De haruspicum responsis, en M. Chiabà (ed.), hoc qvoqve laboris praemivm. Scritti in onore di Gino Bandelli, Trieste 2014, pp. 509-518.
[10] BEARD, M, “Cicero's 'Response of the Haruspices' and the Voice of the Gods.” The Journal of Roman Studies, vol. 102, 2012, pp. 20–39
[11] MACH, Z. (1993), Symbols, Conflict and Identity. Essays in Political Anthropology, New York.
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