La iconografía del poder en el IV y III milenios a.n.e. Estela de la victoria de Naram-Sîn

Publicado el 17 de febrero de 2025, 15:42

La estela de Naram Sîn fue hallada en Susa, lugar al que fue trasladada como botín de guerra desde Sippar. Es un bloque de arenisca rosada que ha sufrido por la erosión, y que ha sido considerada una de las obras maestras de la plástica del Oriente antiguo. En la estela de Naram-Sîn, como en la estela de los buitres, se narra una victoria militar, pero contrariamente a la rigidez plástica sumeria, contrasta por su fantasía creadora que nos hace ver dos ejércitos donde no hay más que quince personajes: ocho en un bando y siete en el otro; lo que muestra la capacidad del artista de representar un principio de perspectiva.

El arte egipcio presenta una visión bidimensional del espacio figurativo, basado en dimensiones antropométricas. Carece por tanto de perspectiva, al igual que la pintura mesopotámica; lo que es un modo tan válido de representar el mundo como lo es la perspectiva en el arte occidental. Este rasgo pone de manifiesto su carácter figurativo y simbólico, siendo un equívoco interpretarlo como un signo de la incapacidad del artista por representar objetos y seres en tres dimensiones. La representación de las figuras de perfil responde al código que emplea el artista. La imagen es dialéctica, y en ella abunda la representación figurativa con rostros de perfil, pero ojos y torso de frente para representar el ángulo deseado.

La estela de dos metros de alto, sigue la misma norma que las obras egipcias, pues en la reproducción de una cabeza rara vez se la representa de frente, siempre de perfil. Destaca, asimismo, la importancia otorgada a la figura del rey que se ha representado con un tamaño mucho mayor al de los soldados. El código de representación utilizado por el artista no muestra una escala común, sino que presenta a los diferentes elementos de la escena representados conforme a una perspectiva jerárquica en la que los personajes más importantes son representados de mayor tamaño que los secundarios; siendo uno de los múltiples recursos empleados para obtener a su vez un efecto poético. La pintura mesopotámica emplea este recurso igualmente para reflejar el orden jerárquico.

 

La composición es producto de un orden geométrico portador de valores semánticos: la estela tiene una función cognitiva y funcional dirigida a la perpetuación de la victoriosa campaña del rey acadio contra los lulubi, pueblo montañés del Zagros, pero desempeña otra función que podemos definir como poética. La estructura de la escena induce a una visión ascensional del episodio relatado, en lugar de una división en escenas. La expresión artística es empleada con la finalidad primaria de reafirmar el poder político y religioso. No es un arte para la belleza. Constituye una representación de un arte práctico y utilitario ligado a los intereses de la monarquía.

 

El rey Naram-Sîn está en lo alto y usa un casco con dos pares de cuernos, como los que hasta entonces sólo se habían visto sobre las cabezas de dioses, tal vez como símbolo del contacto con la divinidad y del dios mismo o como signo de su poder apotropaico[i]. Asimismo, el rey, que porta en la mano izquierda un arco y un hacha, y en la mano derecha una flecha transmite una imagen de fortaleza.

 

Con Naram-Sîn, el modelo sumerio de monarquía se transformó. Mientras que, en el Periodo Dinástico Arcaico, la monarquía siguió un modelo de dios-rey, en el que el gobernante era tan sólo un intermediario entre el dios y la comunidad, con la entrada de los semitas al poder, la monarquía adquirió un modelo de rey-dios, es decir, una monarquía divinizada donde el rey no era tan sólo un intermediario con los dioses sino una divinidad más.

Aunque la realeza ha tenido en el mundo antiguo del próximo oriente un carácter sagrado, las atribuciones de los reyes mesopotámicos fueron bastante más restringidas[ii]. Como señala Philip Jones, Naram Sîn fue proclamado dios de Akkad y se levantó un templo dedicado a él, tal y como figura en una inscripción que ha llegado hasta nosotros, si bien nuestro entendimiento de la palabra “dios” está condicionado por las tradiciones monoteístas, alejadas de las sociedades teístas del mundo antiguo en Egipto y el Próximo Oriente[iii].

Es una composición de marcado carácter figurativo o simbólico pues en la escena las divinidades, representadas por al menos dos astros, aparecen en lo alto del cono-montaña. La cima, a la que mira Naram Sîn y la posición ascendente de sus soldados podría no representar únicamente las montañas del Zagros sino escenificar el concepto místico de la montaña primigenia[iv].

El rey pisotea los cadáveres de dos vencidos y se apresta a matar a otros dos; uno de rodillas ya está atravesado por la lanza; el otro, aún de pie, implora suplicante. Podría identificarse a este último con Satuni, rey de los lulubi, ya que la representación de los enemigos no es uniforme, sino que sus figuras aparecen individualizadas; sobre todo las de los enemigos, diferenciados por los cabellos peinados en larga cola.

Los guerreros acadios que acompañan al rey avanzan en doble columna hacia arriba, mientras los enemigos yacen en el suelo o huyen. En lo alto brillan dos estrellas, símbolos de las divinidades propicias al vencedor, aunque en la parte superior hay un tercer símbolo divino, muy estropeado, aparentemente en forma de estrella.

Los reyes acadios se presentaron como continuadores de los monarcas sumerios, y el arte de este periodo demuestra que no hubo ningún corte en la civilización. Como puede apreciarse en esta pieza, el espíritu semita aporta una sensibilidad que trasciende al duro hieratismo de los sumerios.

Esta continuidad política y artística se hace patente asimismo en las estelas de Sargón I y su nieto Naram-Sîn. Sargón I hizo esculpir el relato de sus victorias en una estela de diorita, conservada parcialmente en el Museo del Louvre. En ella se puede apreciar la procesión de prisioneros, buitres y una gran red, los mismos temas usados en la estela del sumerio Eannatum.

Como se ha señalado anteriormente, en la estela de Naram-Sîn, como en la estela de los buitres, se narra una victoria militar; por lo que una somera aproximación iconográfica e iconológica al armamento representado en la estela, adquiere especial relevancia.

Podemos dividir las tropas de Naram Sîn en dos grupos atendiendo a su vestimenta: los portadores de estandartes y las tropas de infantería.

Las tropas de infantería llevan un faldín triangular y un ropaje que cubre el resto del cuerpo. Además del casco, está presente el hacha, una de las armas más comunes durante el tercer milenio antes de Cristo.

Asimismo, figura la representación de un arco y sus flechas, y dentro de su tipología puede afirmarse por su forma y presentación que se trata de un arco compuesto[v]. En la representación de Naram Sîn, el rey porta en su mano izquierda el arco y en la derecha una flecha tallada con gran detalle, posiblemente de metal, ya que empiezan a aparecer en este periodo.

La lanza es otro elemento de gran relevancia. Las lanzas son empleadas en la estela de Naram Sîn para portar los estandartes, así como para mostrar sus trofeos de guerra. Dentro de la tipología de lanzas aparecen en la estela algunas de forma triangular, y al menos dos foliformes.

Otra arma representada en la estela es el puñal que otorgaba un status relevante y que se aprecia en el jefe de los Lullubi. También Naram Sîn porta un puñal de ancha hoja en su cinto.

Por último, la maza que portaba Naram Sîn tenía la doble finalidad de ser utilizada como armamento y de representar un símbolo de prestigio y de divinidad.

La diferencia más significativa respecto de los Estados anteriores estaba en las posibilidades y el ámbito de las operaciones militares. Estas campañas parecen haber tenido objetivos esencialmente económicos para asegurar rutas de comercio o por botín[vi].

En definitiva, la estela refleja cómo bajo el reinado de Naram-Sin, tercer sucesor y nieto de Sargón I, el imperio acadio alcanzó su cenit en sucesivos enfrentamientos por el control de los territorios agrícolas, los recursos hídricos, y por garantizarse el acceso de materias primas. La estela de Naram Sîn, símbolo de la exaltación de este rey (2254-2218) y de sus hazañas bélicas, realizada en la segunda mitad del III milenio a.C., se encuentra actualmente en el Museo del Louvre de Paris.

 

[i] FRANKFORT, H (1954) The Art and Architecture of the Ancient Orient. Harmondsworth Penguin Books. P. 44

[ii] JONES, P (2005) “Divine and Non-divine Kingship” en SNELL, Daniel C. Blackwell Publishing Ltd. A Companion to the Ancient Near East. p.330

[iii] JONES, P. op. cit pp. 330-332

[iv] KARAKHASHI, F (2004) “Fighting the Mountains. Some observations on the Sumerians Myths of Inanna and Ninurta. JNES 63 pp. 111-118

[v] BANDER, D (1995) “Die Siegesstale des Naram Sîn und Ihre Stellung in Kunst and Kulturgeschichte” Beitrage zur kunstgeschichte 103. Edstein p.224

[vi] DE SOUZA, P (2008) The Ancient World at War A Global History. Thames and Hudson Ltd. London

 

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