Relaciones internacionales y conflictos en la cuenca mediterránea durante la Antigüedad. Los tratados entre las ciudades Estado de Ebla y Abarsal y el tratado de Kadesh entre Egipto y Hatti.

Publicado el 17 de febrero de 2025, 15:42

La caracterización de los actores, los objetivos concretos de las relaciones, la coyuntura histórica, los medios, han variado desde la Antigüedad mediterránea hasta la actualidad, pero no las relaciones de poder y su objeto, ni la existencia de estructuras sociales jerárquicas, ni el deseo de controlar los recursos ni el afán de las élites en la acumulación diferencial de poder. En cuanto al conflicto es consustancial al ser humano; por lo que con independencia de la época histórica en la que se produzca posee un factor común determinante para su comprensión. Se analizan los tratados entre las ciudades Estado de Ebla y Abarsal y el tratado de Kadesh entre Egipto y Hatti.

 

TRATADO ENTRE LAS CIUDADES ESTADO DE EBLA Y ABARSAL (2350 a.C)

 

1.- INTRODUCCIÓN

A finales del III Milenio y comienzos del II a.C. una serie de ciudades-estado luchan por la hegemonía en el Próximo Oriente: Ebla, Isin, Larsa, Mari.

Ebla era un reino situado entre Alepo y Hama, en el norte de la actual Siria que debió formarse hacia mediados del III Milenio a,C. Este reino, desconocido hasta 1964 d.C. en que comenzaron las excavaciones, dirigidas por el profesor Matthiae, extendió su influencia hasta Kanish (en la Anatolia central), Karkemish (en la actual frontera turco-siria), Harran (al sudeste de la actual Turquía, en el cruce de Damasco, Karkemish y Nínive) y Mari (al oeste del Eufrates en la actual Tell Hariri en Siria).

Ebla ejerció pues su influencia política y económica en las actuales áreas geográficas del Sinaí, Turquía, Chipre, Eúfrates septentrional y Palestina. Su economía, base de su importancia, estaba basada en la agricultura (trigo, vid, olivo), en la ganadería menor para la industria textil (lana) así como en la industria de los metales y en una actividad comercial importante como atestiguan los diversos tratados que firmó con otras ciudades-estado.

El tratado de Ebla y Abarsal es un documento de naturaleza legislativa que regula las relaciones entre Ebla y Abarsal, ciudad ésta última cuya localización geográfica es actualmente desconocida. El documento forma parte de las 15.000 tablillas de arcilla descubiertas en 1975, escritas en eblateo, cuya lectura fue descifrada por Giovanni Petttinato. La localización de Abarsal continúa pues siendo objeto de discusión. Pettinato identifica Abarsal como la ciudad de Assur aunque el texto indica que debió ser un estado limítrofe o cercano a Ebla con la que compartió una frontera común.[1] Otros investigadores relacionan Abarsal con Aburru, situada al sur de Emar y cercana a Karkemish.

La posición geoestratégica de Ebla la convirtió en un importante centro comercial de la región.[2] Ebla se encontraba en el centro de las rutas comerciales que transitaban entre Anatolia y el Sur de Mesopotamia, lo que favoreció que jugase un papel clave de intermediario entre los centros productores (localizados en el Cáucaso y Anatolia) y los receptores. Ebla rivalizaba comercialmente con otras ciudades somo Mari y Karkemish si bien en su periodo de esplendor extendió su dominio sobre estos enclaves comerciales.

Arqueológicamente se distinguen un periodo de esplendor (entre 2550-2250), otra fase en la que mantuvo su poder a principios del II Milenio (2000-1800) pese a que la derrota ante Naràm-Sîn mermó su poder político y un periodo que se extiende hasta el siglo XVII a.C. en el que conservó su importancia. A partir del siglo XV a.C. desaparece toda referencia documental a esta ciudad-estado. El imperio acadio le disputó el control de las rutas comerciales por su gran valor económico y estratégico. Ebla fue finalmente destruida hacia 1600 a.C. por los hititas.

2.- EL TRATADO

El tratado de Ebla y Abarsal es un documento de naturaleza legislativa que regula las relaciones comerciales y diplomáticas entre Ebla y Abarsal. Se ha datado este tratado, en torno al año 2350 a. C. durante la Edad del Bronce antiguo (3100-2000 a.C.).

En el tratado se establece el pago de impuestos y tributos. Se refleja asimismo el papel de los distintos funcionarios entre los que destacan las funciones y disposiciones relativas al Prefecto de Palacio, y a los correos y mensajeros; claves para el funcionamiento de las ciudades-estado. Como puede observarse se procede a la creación de jerarquías con la consiguiente división de los miembros de la sociedad entre élites y población. Las élites primarias serían aquellos actores que, por estar en la cima de su jerarquía, no dependen de otros actores para mantener su posición. Mientras que las élites secundarias son aquellos actores que, aunque disponen de importantes recursos de poder, tienen supeditada su posición a las elites primarias de su propia jerarquía. La población se encuentra en la base de la pirámide social y generalmente está sometida a las decisiones de las élites, excepto en momentos puntuales en los que se convierte en actor.

Se regulan diversos asuntos relacionados con la ganadería y el comercio y por último se acuerda una normativa sobre consumo de agua y aceite, manumisión de esclavos y sobre disposiciones y sentencias, además de establecer un reparto de áreas geográficas de influencia entre Ebla y Abarsal,

Se ha interpretado que la ciudad-estado dominante de este tratado sería Ebla porque no se delimitan las áreas de influencia de Abarsal, si bien es posible que la copia que se conservó en el archivo de Ebla sólo reflejase lo que afectaba a esta ciudad pudiendo existir una copia paralela que reflejara lo concerniente a Abarsal. En cualquier caso, el tratado constituiría un signo de las relaciones exteriores de la ciudad-estado de Ebla que perseguía extender su influencia hacia el Eufrates, arteria de importancia clave en las relaciones entre Siria y Mesopotamia o Súmer. El texto muestra la importancia de los intereses económicos de Ebla en detrimento aparentemente de Abarsal.[3]

El principal recurso que se “disputaban”, era el control de las rutas comerciales y los puertos fluviales que daban acceso al Éufrates tanto por su valor económico como por su situación estratégica en un contexto marcado por su rivalidad con otras ciudades-estado. Estas ciudades – estado estaban situadas en la periferia y sus principales aportaciones consistían en el suministro de recursos (hombres, metales, piedras, etc.) además de servir de primera línea de defensa ante posibles invasiones de diferentes pueblos nómadas entre los que podríamos destacar los amorreos o los hurritas que se dedicaban al saqueo de poblaciones y al bandidaje.

Los actores de un sistema normalmente serán exclusivamente los individuos que forman parte de las elites con el control de suficientes recursos de poder como para afectar al sistema. En este caso los actores principales de este tratado serían los reyes de Abarsal y Ebla, pero, también tendríamos que incluir como actores al Imperio Acadio, a otras ciudades-estado y a distintos pueblos nómadas. La relación que se establece entre las élites es de competición circular con el objetivo prioritario la acumulación diferencial.

Ebla fue uno de los referentes políticos, económicos y culturales de la Franja Sirio-Palestina que sería lugar continúo de conflicto durante todo el II Milenio a.C. debido a su valor económico y estratégico. Durante el III Milenio el imperio acadio le disputó el control de las rutas comerciales haciéndola desaparecer hacia el 2300 a.C. Durante el II Milenio fueron los faraones egipcios los que trataron de extender su poder fuera del Valle del Nilo, hacia la costa sirio-palestina.

 

TRATADO DE KADESH ENTRE EGIPTO Y HATTI (1259 a.C)

 

1.- INTRODUCCIÓN

A lo largo del Imperio Nuevo, Egipto llevó a cabo diversas campañas con el objetivo de dominar la zona sirio-palestina hasta el río Eufrates. Como consecuencia de estas campañas Egipto derrotó a Mitanni, ejerció el dominio del corredor sirio-palestino y consolidó su prestigio en la región y el reconocimiento de su poder por el resto de potencias de la época. Sin embargo, las luchas internas y el debilitamiento de la Dinastía XVIII (cisma de Amarna) favorecieron la consolidación del poder hitita en Siria. Durante la Dinastía XIX se reavivó el conflicto egipcio-hitita en un esfuerzo por recuperar las posiciones que Egipto había perdido en Siria y Palestina.

Durante la Dinastía XVIII, reinando Amenofis III, los hititas habían tratado de unificar Anatolia y posteriormente Siria, donde se enfrentaron a Mitanni, aliada de Egipto, a la que vencieron, pero evitaron enfrentarse a Egipto durante el reinado de Amenofis IV, lo que permitió a Hatti fortalecerse y consolidarse como una potencia en el escenario internacional. La viuda de Akhenatón mantendrá correspondencia con Subiluliuma, pidiéndole un príncipe hitita para contraer matrimonio con él, lo que no llegó a producirse porque el príncipe fue asesinado antes de llegar a Egipto.

El enfrentamiento egipcio-hitita se reanudó con los reyes hititas Arnuwanda, Mursil II y Muwatalli, hijo y sucesor de Mursil II y nieto de Subiluliuma. Al comenzar la Dinastía XIX, con Ramses I (1314-1312), se iniciaron los enfrentamientos entre Egipto y el rey hitita Muwatalli. Durante el reinado de Sethi I (1314-1298) Egipto tomó Kadesh (hecho representado en los muros del templo de Amón en Karnak) si bien los hititas la recuperaron poco después.

Egipto y Hatti vuelven a enfrentarse en Kadesh en el enfrentamiento egipcio-hitita de mayor envergadura durante el reinado de Ramses II y Muwatalli, concretamente en la primavera del quinto año del reinado de Ramses II (1301-1235). La batalla finaliza con la derrota egipcia.

Esta batalla se halla representada en los muros de los templos de Karnak, Luxor y en el Ramesseum y en dos papiros, uno de los cuales contiene el llamado “Poema de Pentaur” que cuenta la supuesta victoria de Ramses II.

Aunque con posterioridad a la batalla de Kadesh, los hititas retrocederían ante el empuje de Ramses II y Adad-Nirari de Asiria, es probable que la batalla de Kadesh constituya el punto de partida de una etapa histórica caracterizada por el periodo de debilidad e inestabilidad política que se dio en Egipto durante el Tercer Periodo Intermedio.

Egipto perdía tras la batalla de Kadesh el control de las rutas comerciales. Hatti perdería finalmente el dominio de Mitanni a manos de los asirios que vencieron a los hititas y ocuparon con Salmanasar I (1274-1245) todos los territorios al Este del Eufrates, marcando el inicio de la decadencia hitita. Bajo el reinado del rey asirio Tukulti-Ninurta I (1244-1208) los esfuerzos hititas por mantener el poder serían inútiles.

Ante esta irrupción en el panorama internacional del Imperio Asirio que emergía como nueva potencia, Ramses II y Hattusil III firman el tratado de Kadesh entre Egipto y Hatti.

 2.- EL TRATADO

La versión egipcia del tratado entre Ramses II y Hattusil III se encuentra grabada en el muro Oeste del patio de los propileos sur del templo de Amón en Karnak. La versión hitita se conoce por una tablilla de plata, hallada en Boghazköy, escrita en caracteres cuneiformes. Existe otro ejemplar, escrito en cuneiforme, en una tablilla de barro, que se conserva en el Museo de Oriente de Estambul.

El Tratado de Kadesh entre Ramsés II y Hattusili III ponía fin al conflicto que enfrentaba a hititas y egipcios por el control del corredor sirio-palestino.[4] Egipto y Hatti, debilitados por una guerra continuada y ante el empuje de Asiria que comenzaba a emerger como una nueva potencia, se comprometían a defenderse y respetarse recíprocamente, y velar por su sucesión legítima.

De la búsqueda del equilibrio internacional que persigue el tratado da testimonio la boda en 1265 entre Ramses II y una princesa hitita, Maa-Hor-Nefrure, hija de Hattusil III, documentada por las dos estelas de Ipsambul y otros ejemplares de Elefantina y Abu-Simbel. Para conmemorar esta alianza se levantó un bello grupo escultórico de ambos en Tanis.

El corredor sirio-palestino representaba una barrera de contención para frenar posibles invasiones. La alianza entre Egipto y Hatti establecía un equilibrio en la región que favorecía que los egipcios pudiesen proteger el Delta del Nilo gracias a su control de la zona de Canaán y a su vez que los hititas pudieran defenderse de las amenazas provenientes de Anatolia y del Este, así como controlar el movimiento de los pueblos nómadas del desierto que hostigaban sus rutas comerciales.

No se hace mención, en el tratado, de los límites territoriales de ambos Estados, lo que sugiere el mantenimiento del “statu quo”, con la misma frontera en la zona siria, desde Kadesh hasta Damasco. Sin embargo, el tratado de Kadesh establece una paz concertada entre Egipto y Hatti que favoreció el control temporal de las rutas comerciales en manos de Hatti, pero también el acceso al comercio de los egipcios en el corredor sirio-palestino que era fuente de innumerables riquezas y recursos económicos como se refleja en las grandes realizaciones arquitectónicas del reinado de Ramses II en Abidos, Tebas y Abu-Simbel.  El tratado de Kadesh favoreció una gran actividad comercial entre ambos Estados, existiendo constancia de la visita de arquitectos egipcios a la corte hitita y la venta de hierro hitita a Egipto, que salió así de la Edad del Bronce.

Egipcios e hititas firman el tratado de Kadesh con el fin de hacer frente a sus amenazas exteriores[5], resolver sus inestabilidades internas y fortalecer sus economías. Asimismo, el tratado de Kadesh constituye muy probablemente un esfuerzo por mantener el prestigio internacional de Egipto y Hatti y el reconocimiento de su poder económico, político y militar por el resto de actores regionales. Hatti llegó asimismo a acuerdos con los casitas en Babilonia con el propósito de aislar a Asiria.

Por este motivo, aunque los principales actores del tratado son Ramses II y Hattusil III, debe considerarse el papel de sus respectivas élites, de los Estados vasallos de ambos imperios, y de otras potencias y actores regionales que como el imperio asirio o los pueblos del mar jugaron un papel determinante ,interviniendo en la dinámica conflictual forzando a Egipto y Hatti a firmar un tratado de paz con el fin de preservar sus recursos de poder con el propósito de mantener su posición hegemónica frente a otros actores emergentes. El tratado de Kadesh perseguía en este sentido el fortalecimiento de Egipto y Hatti para hacer frente a la expansión asiria, y el restablecimiento de la paz y la estabilidad en el corredor sirio-palestino para fomentar una intensa actividad comercial.[6] La irrupción de los Pueblos del Mar hacia el 1200 a.C. daría al traste con este equilibrio en la región.

 

CONCLUSIONES

 

En el presente trabajo se ha realizado un análisis de dos tratados efectuados entre Ebla y Abarsal (2350 a.C) y entre Egipto y Hatti (1259 a.C) que nos han aproximado al estudio de las relaciones internacionales en el Próximo Oriente durante el mundo antiguo.

En primer lugar, se observa cómo el contexto histórico y los actores varían de un tratado a otro a pesar de tratarse de dos tratados pertenecientes a la esfera de las relaciones internacionales en un mismo ámbito geográfico, Pero pueden observarse, sin embargo, similares relaciones de poder, la existencia de estructuras sociales jerárquicas, la necesidad de controlar recursos de poder y el afán de las élites en la acumulación diferencial de poder.

El tratado de Ebla y Abarsal difiere del alcanzado entre Egipto y Hatti en que no emana de un conflicto bélico al que poner fin sino de una alianza probablemente destinada a debilitar la esfera de poder de otros actores en el contexto geográfico regional.

En ambos casos observamos un conflicto entre distintos actores que persiguen el control de recursos de poder, dando lugar a complejos conflictuales, si bien puede apreciarse que el conflicto o competencia por los recursos de poder no ha de desembocar inequívocamente en guerra pese a que en uno y otro caso sea evidente el ejercicio de un tipo de violencia que podría definirse como económica, cultural y estructural.

 

[1] Pettinato, Giovanni, Ebla, una ciudad olvidada. Arqueología e historia, ed. Trotta, 2000.

[2] Bernardi, Cristina Irene de (2009). "Expansión territorial de la dinastía sargónida (ca. 2340-2150 a.C) "El País" y la periferia, fuentes e interpretaciones". Dins: Historiae, Núm. 6, 2009, p. 15

[3] Oliva, Juan. Textos para una historia política de Siria-Palestina. "Tratado entre Ebla y Abarsal (c. 2350 aC)" p. 26-42. Tres Cantos: Akal, 2008, p. 32

[4] Pritchard, James B. Ancient near Eastern Texts Relating to the Old Testament. Princeton (N.J.): PrincetonUniversity Press, 1969, p.199.

[5] Masó, Felip "La paz como única vencedora: la batalla de Cades", en Borja Antela, Jordi Vidal (Eds.), Al ataque. Grandes batallas de la historia antigua de Europa y Oriente Próximo, RBA, Barcelona, ​​2012, p.33.

[6] Pérez Largacha, Antonio (2004). "Ebla, Siria y el antiguo Egipto: reflexiones sobre unasrelaciones y contactos hasta el bronce reciente". Dins: Isimu: Revista sobre Oriente Próximo y Egipto en la antigüedad, Núm. 7, 2004, p. 72

 

BIBLIOGRAFÍA

 

TRATADO ENTRE EBLA Y ABARSAL (c. 2350 a.C)

Juan Oliva, Textos para una historia política de Siria-Palestina I: el bronce antiguo y medio. Akal / Oriente, Madrid, 2008, pp. 42-46. ISBN 9788446019497

Alfonso Archi, "Trabajando con las tablillas de Ebla", Isimu: Revista sobre Oriente Próximo y Egipto en la Antigüedad, Nº. 1, 1998, pp. 205-212. ISSN 1575-3492.

Antonio Pérez Largacha, "Ebla, Siria y el antiguo Egipto: reflexiones sobre unas relaciones y contactos hasta el bronce reciente", Isimu: Revista sobre Oriente Próximo y Egipto en la Antigüedad, Nº. 7, 2004, pp.193-202. ISSN 1575-3492

Cristina Irene de Bernardi, "Expansión territorial de la dinastía sargónida (ca. 2340 hasta 2150 a.C). "El País "y la periferia, fuentes e interpretación". Historiae, Nº. 6, 2009, pp. 1-38. ISSN 1697-5456

Giovanni Pettinato, Ebla, una ciudad olvidada. Arqueología e historia, ed. Trotta, 2000. ISBN-10: 848164353X

 

TRATADO ENTRE EGIPTO Y HATTI (c.1259 a.C)

James B. Pritchard (ed.), Ancient near Eastern Texts relating to the Old Testament, Princeton University Press (third edition), Princeton, 1969 (fifth printing, 1992), pp. 199-203. ISBN 9780691035031

Juan Manuel González Salazar, "Rivalidades de potencias hegemónicas: antagonismo Creciente entre los reinos hitita y asirio (primera mitad del s. XIII aC", Boletín de la Asociación Española de Orientalistas, Año 40, 2004, pp. 187-206 ISSN 0571-3692

Antonio Pérez Largacha, "Contexto, antecedentes y Consecuencias del Tratado de paz entre Hattsuili III y Ramses II: la perspectiva egipcia", Historiae, Nº. 6, 2009, págs. 53-85. ISSN 1697-5456

Felip Masó, "La paz como única vencedora: la batalla de Cades", en Borja Antela, Jordi Vidal (Eds.), Al ataque. Grandes batallas de la historia antigua de Europa y Oriente Próximo, RBA, Barcelona, ​​2012, pp.13-36. ISBN:978-84-8264-535-3

 

 

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