
El Museo de las Tierras Bíblicas (Jerusalén) y la Colección Schøyen (Oslo), albergan tabletas que se originaron en tres archivos o grupos de texto: Los textos de āl-Yāhūdu proporcionan la evidencia más explícita de los judíos y su experiencia en el exilio. Los textos presentan una demografía previamente subrepresentada en fuentes cuneiformes; En particular, representan realidades sociales y económicas que no difieren de las presentes en los textos de los grupos Našar o Zšu, o en el registro cuneiforme contemporáneo en general. En estos textos muchos de los nombres están construido mediante el teóforo de YHWH reflejando la evidencia de una influencia trascendental en la configuración de la religión y de la identidad nacional judía en este periodo. Si anteriormente a la conquista de Jerusalén el pueblo hebreo había tendido al politeísmo, los sacerdotes del exilio elaboraron un pensamiento rigurosamente monoteísta, muy influido por la ciencia mesopotámica.
Los judíos fueron ubicados en una zona muy dañada por las guerras de los dos siglos precedentes: se asentaron a lo largo del río Quebar en Babilonia y fueron tratados como colonizadores. (2 Reyes 24:1-18; 2 Crónicas 36:11-21; Jeremías 52:1-11; Ezequiel 1:1-2; Daniel 1:1-7). La región de Nippur se vio fuertemente afectada por las guerras asirio-babilonias del siglo VII a. C., y los judíos exiliados formaban parte de las gentes –en su mayor parte de origen no babilonio– que fueron instaladas allí como parte de un “esfuerzo nacional” para rehabilitar la región.
El rio Quebar se sitúa en la “tierra de los caldeos” cerca del cual estaba Tel-abib, comunidad donde vivían judíos exiliados. (Eze 1:1-3, 3:15). Cuando Ezequiel habló del “río Kebar”, parece que utilizó el término hebreo na·hár (que por lo general se traduce “río”) en su sentido más amplio, con el fin de incluir los numerosos canales babilonios que tiempo atrás cruzaban la fértil región comprendida entre los cursos bajos de los ríos Éufrates y Tigris. Este uso sería consecuente con la palabra babilonia correspondiente, que también se refiere a un río o un canal. No se puede determinar con certeza la ubicación exacta del Kebar. No obstante, la mayoría de los geógrafos de la Biblia identifican el “río Kebar” con el Shat en-Nil, que es el naru Kabaru (o, “Gran Canal”) que aparece en los contratos en tablillas cuneiformes encontradas en la ciudad de Nippur, a unos 85 Km. al SE. de Babilonia. El Shat en-Nil se separa del Éufrates más arriba de Babilonia y fluye en dirección SE. cerca de Nippur, para volver a unirse al Éufrates al S. de Ur, unos 240 Km. más abajo de Babilonia.
Respecto al grado de integración de los judíos en la sociedad babilónica, los judíos siguieron conservando una serie de costumbres propias, sobre todo aquellas relacionadas con la familia: matrimonios, herencias, etc. Sin embargo, adoptaron algunos usos típicamente babilonios de las instituciones como pone de manifiesto el tema de la esclavitud o la evidencia de ciertas prácticas idolátricas. Estuvieron bien establecidos y muchos de ellos participaron de lleno en la vida económica del país, como evidencian los registros hallados en las excavaciones junto a un canal del Éufrates cercano a Nippur, que algunos investigadores sitúan a poca distancia de Quebar. En cualquier caso, no puede hablarse de la diáspora judía como un bloque monolítico. Las élites deportadas a Babilonia deben distinguirse de los granjeros de Āl-Yahūdu, que a su vez vivieron un exilio completamente distinto al de los comerciantes judíos de Sip-par. Mientras que parte de la diáspora judía mantuvo en efecto su identidad judía, podemos pensar que algunos fueron por completo integrados en la sociedad local. Sin embargo, existe un contraste entre las fuentes cuneiformes de las que estamos hablando con las fuentes proféticas bíblicas (sobre todo el libro de Ezequiel). Las principales fuentes acerca del exilio son el Segundo Libro de Crónicas y el Segundo Libro de Reyes. Esdras comienza con el Exilio y narra lo sucedido luego de éste, con Nehemías, y los profetas Jeremías y Ezequiel quienes lo experimentan el uno en Jerusalén y el otro en Babilonia. También las Lamentaciones dan testimonio de este episodio, en tanto que Ageo y Zacarías viven el regreso, del que los Salmos hacen explícitamente referencia. Las fuentes proféticas bíblicas no reflejan, sin embargo, la realidad histórica evidenciada en las fuentes cuneiformes recientemente descubiertas que proporcionan una valiosa información acerca de la administración y sociedad de las poblaciones judías deportadas. Las comunidades judías se identificaron, tanto entre ellas como en su entorno, como gentes que procedían del reino de Judá (y en este sentido, “judíos”) pero no por su religión.
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