
Entre los diferentes mitos que nos han legado los sumerios, los hay de contenido cosmogónico, corrientemente denominados por los especialistas mitos sobre los orígenes, en donde se remarca la idea de un ser superior, de naturaleza divina, a partir del cual se originan y organizan el resto del mundo y sus cosas. Entre ellos podemos citar el denominado Diluvio sumerio, en el cual un dios, tal vez Enlil, decide castigar a la humanidad, que será terriblemente diezmada, pero que gracias a la acción de Enkt, podrá escapar del desastre total.
En ella, los dioses castigan a los «cabezas negras» enviando una catástrofe natural, de la que se salva un hombre, Ziusudra, constructor de una embarcación en la que se refugiarán las diferentes especies animales. El proceso de reelaboración posterior que sufren algunos mitos sumerios hace que la historia del diluvio se incorpore al poema de Gilgamesh, provocando que éste se entreviste con el superviviente de la catástrofe. El tema está también presente en la literatura asiria, en donde el héroe es Atrahasis. La historia en su forma escrita data de alrededor de 1600 a.C., pero se cree que es mucho más antigua y que se conservó por tradición oral hasta que se puso por escrito.
La obra existente, aunque se puede leer y entender fácilmente como una historia temprana del Diluvio, está muy dañada ya que faltan casi dos tercios. Los eruditos que han estudiado el texto generalmente se apoyan en la Atrahasis acadia/babilónica, que cuenta el mismo relato, para completar los espacios del texto que faltan de la tablilla rota.
La historia se descubrió por primera vez en 1893. El hombre bueno en esta versión del relato, elegido para sobrevivir al Diluvio y conservar la vida en la tierra, es el rey-sacerdote Ziusudra de la ciudad de Suruppak (cuyo nombre significa “vida de días prolongados”). Esta misma figura aparece en Las instrucciones de Shuruppag (alrededor de 2000 a.C.) y como Atrahasis (“extremadamente sabio”) en la obra posterior que lleva su nombre, como Utnapishtim (“él encontró la vida”) en La epopeya de Gilgamesh, y como Noé (“descanso” o “paz”) en el Libro del Génesis.
El fondo del texto, que repite tradiciones orales antiquísimas, fue adaptado posteriormente en otros relatos míticos, religiosos y aun históricos. El relato más célebre es la historia de Noé y de su arca, que aparece en el libro bíblico del Génesis (cuya datación más temprana posiblemente sea de alrededor de 1450 a.C., la más tardía de alrededor de 800-600 a.C.). El mito del diluvio universal, difundido con posterioridad a través del Antiguo Testamento (Génesis, 6-8), es en realidad un antiguo mito sumerio, conocido en su versión más antigua por una tablilla hallada en Nippur. Constituye la primera narración en la Historia de un Diluvio Universal. En la Torá existe este mito por el cual Noé es avisado por Dios para que construya un arca donde debe introducir una pareja de cada animal porque va a inundar la tierra por la maldad del hombre. En el Corán existe la figura del profeta Noé, con el nombre de Nuh y se explica la misma historia que en la Torá. En la mitología persa, el dios Ahura Mazda ordena al primer hombre, Jamshid, que se esconda en una cueva con sus mejores hombres, animales y plantas porque el mundo va a ser destruido con una inundación por parte de Ahriman, el dios del mal. Entre los fenicios el recuerdo del diluvio universal queda muy difuso, aunque no lo que ocurre después ya que los dioses Baal y Kusor deben ponerse de acuerdo para arreglar el cielo y la tierra a instancia de Aleyín (hijo de Baal), para que no se vuelva a inundar la tierra. En la antigua Grecia existe también un mito del diluvio por el cual Zeus decide destruir a la humanidad con un cataclismo basado en el agua como castigo a haber aceptado el fuego de Prometeo, éste advierte a Deucalión y su esposa Pirra para que construya un barco y puedan salvarse del desastre. Es muy probable que la historia influyera asimismo en el "relato de inundación" egipcio conocido como El libro de la Vaca Celestial (que en parte data del Primer Período Intermedio de Egipto, 2181-2040 a.C.), y que pudo ser la inspiración para obras posteriores mesopotámicas, así como para la narración bíblica de Noé.
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