La importancia de la revolución neolítica en la aparición de nuevas formas de gestión del territorio y de sus recursos.

Publicado el 12 de marzo de 2025, 16:19

El término Neolítico, que aparece desde 1856, definido por J. Lubbock, en la literatura arqueológica, hace referencia etimológicamente a un cambio tecnológico. En concreto a la aparición entre los útiles prehistóricos del utillaje de piedra pulimentada (neos/lithos, nueva piedra), opuesta a la piedra tallada, la única conocida por las poblaciones paleolíticas. Posteriormente la investigación arqueológica confirió al término Neolítico una significación más amplia, al constatarse una serie de otros tantos cambios tecnológicos como son la aparición de la cerámica y la diversificación general del utillaje.

Estos cambios afectan asimismo a los aspectos sociales, dando lugar a la aparición del poblado como fruto de la sedentarización de la población y de una agrupación más estable como consecuencia de la transformación de los grupos de cazadores-recolectores a sociedades agrícolas sedentarias; lo que en definitiva constituye dentro del campo económico, el inicio de una actividad económica productiva.

Otros términos de tipo complementario, como el de revolución neolítica -creado por V. Gordon Childe en 1930 cayeron con posterioridad en desuso ya que la transformación debió de ser gradual y progresiva.  

El término Neolítico sigue teniendo vigencia, definiéndose como un periodo arqueológico caracterizado por unas asociaciones recurrentes de registro arqueológico que permiten la reconstitución de las primeras sociedades productoras de subsistencia con unas características sociales, culturales y tecnológicas distintas de las cazadoras-recolectoras que las preceden. Se ha diferenciado el término neolitización que incidiría, más específicamente, en el estudio de la etapa formativa o periodo de transición y en la dinámica de cambio de un modo de vida basado en la caza y recolección de alimentos silvestres al control artificial de la reproducción de determinadas especies animales y vegetales. Pueden constatarse durante este periodo cuatro esferas en las que se produce un desarrollo sobresaliente: Una revolución económica, técnica, social, y cultural que según la tesis de Jared Diamond dio lugar a desigualdades sociales y sexuales, a la enfermedad y el despotismo.

El estudio del periodo neolítico contempla dos tipos de problemática. Una, de carácter más propiamente histórico, que se centra en la reconstrucción de la evolución y el análisis de las transformaciones, basándose en la reordenación de los hechos históricos, situándolos en las coordenadas de cada tiempo y espacio determinados. Y otra, de tipo teórico, que se orienta hacia la situación del fenómeno del cambio en la teoría general de la evolución sociocultural de la humanidad. La investigación incide, pues, por una parte, en el establecimiento de los hechos y, por otra, en la aproximación a las causas y factores que motivan esta evolución.

En este sentido, Childe resaltó el profundo cambio que se produjo en la evolución de la humanidad en el aspecto socio-económico. Sin embargo, desde Childe, el Neolítico no se interpreta como una etapa cronológica, sino como un estado de desarrollo al que se llegó en algún momento en algún lugar, y desde el que se difundió.

La mayor parte de los autores que han analizado los factores que motivaron la adopción de la agricultura han propuesto que las presiones en la disponibilidad de recursos, fueron los principales motivos para producir alimentos y controlar así su disponibilidad. Estudios etnobiológicos sobre la domesticación en la actualidad confirman que aún en el presente una de las principales preocupaciones que motivan a manejar organismos es asegurar su disponibilidad. Otros autores han sugerido que la agricultura resultó principalmente de una evolución en la tecnología de manejar plantas, y eventualmente el manejo de los mecanismos evolutivos de las plantas, favoreciendo los fenotipos domesticables. Un proceso similar es desde luego aplicable a la crianza y selección artificial de animales.

Otros autores han propuesto modelos holísticos, complejos, pero, en mi opinión, probablemente más próximos a la realidad, pues los factores que influyeron sobre el origen del manejo de plantas y animales y su domesticación no tuvieron una sino múltiples causas y contextos.

El medio ambiente. como defiende la teoría de Childe, debió de ser determinante para el desarrollo de las sociedades neolíticas. La superpoblación, a la que alude la «teoría demográfica», pudo ser asimismo un factor clave. Los cambios climatológicos pudieron ser otro factor primordial. Pero también la actuación (no actuación) sobre el entorno es lo que provocó la formación de la estructura que caracteriza las sociedades neolíticas.

A lo largo de la historia, la técnica ha jugado un papel central en la configuración de la vida material y cultural de los pueblos. En buena medida, el progreso humano está basado en la invención de procedimientos y mecanismos para la resolución de problemas concretos del quehacer cotidiano. Desde las primeras técnicas para encender fuego, hasta las complejas máquinas del mundo moderno, los seres humanos se han beneficiado de desarrollos técnicos cuya aparición y gradual refinamiento ha marcado profundamente los modos de organización social, así como las tradiciones y el acervo cultural de la civilización.

La tecnología agrícola fue más importante de lo que hasta hace unas décadas se consideró. La adopción de la agricultura determinó grandes cambios en la tecnología, la organización social y la cultura en un tiempo muy breve comparado con las largas etapas de cazadores-recolectores que predominaron en la historia de la humanidad. Con base en estos supuestos, autores como Childe (1936) y Braidwood (1960) sugirieron que este período de sedentarización y emergencia de las civilizaciones constituyó una verdadera “revolución neolítica” o “revolución agrícola”. Sin embargo, la adopción de la agricultura como los cambios socioculturales asociados a la emergencia de las civilizaciones ocurrieron en intervalos temporales más largos, comparados con los periodos de revoluciones modernas y contemporáneas. Tomando en cuenta tales datos, autores como MacNeish (1965, 1992), Harlan (1975), Hawkes (1982) y Flannery (1986) sugirieron que este período debería considerarse como “evolución neolítica” que dio lugar a continuas migraciones que facilitaron su difusión. 

 

Bibliografía consultada

 

Jared Diamond. The Worst Mistake In The History Of The Human Race. Discover­ May 1987, pp. 64­66

Jacob L. Weisdorf. FROM FORAGING TO FARMING: EXPLAINING THE NEOLITHIC REVOLUTION. Blackwell Publishing Ltd. 2005.

Michael Kunst. NEOLITIZACIÓN. DEFINICIÓN DE UN CONCEPTO. Boletin Asociación de Amigos de la Arqueología nº 45. 2008-2009.

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