El colapso de las sociedades complejas.

Publicado el 12 de marzo de 2025, 16:28

El enfoque de Diamond[1] presenta como desencadenante principal de la crisis la tensión no resuelta entre el medio y ser humano, subrayando que las civilizaciones de la isla de Pascua, de las Islas Pitcairn y Henderson, los Anasazi del Suroeste de Estados Unidos y la civilización Maya, fueron incapaces de gestionar su medio de forma adecuada o de hacer frente a cambios climáticos.

Los procesos a través de los cuales las sociedades del pasado se han debilitado a sí mismas llevándolas al suicidio ecológico impremeditado —ecocidio—se clasifican, según Jared Diamond, en ocho categorías, cuya importancia relativa difiere de un caso a otro: deforestación y destrucción del habitat, problemas del suelo (erosión, salinización y pérdida de la fertilidad del suelo), problemas de gestión del agua, abuso de la caza, pesca excesiva, consecuencias de la introducción de nuevas especies sobre las especies autóctonas, crecimiento de la población humana y aumento del impacto per cápita de las personas.

McAnany y N. Yoffee, sostienen asimismo que las sociedades pasadas tuvieron la opción de prosperar o declinar, y si colapsaron, fue porque dañaron su entorno. Sin embargo, ninguno de estos investigadores se centra en el papel que pudieron ejercer las decisiones políticas[2].

McAnany y Yoffee coinciden en que no hubo colapsos en la antigüedad sino diversas crisis, considerando que las migraciones, cambios en las estrategias de subsistencia y uso de los recursos, abandono del monumentalismo y de los regímenes administrativos complejos, asociadas al colapso, deben ser interpretadas como estrategias adaptativas a un entorno cambiante. Sin embargo, las decisiones políticas de una sociedad compleja son claramente determinantes frente a los factores climáticos, la gestión de los recursos, los conflictos, la estrategia para hacer frente a las catástrofes naturales, etc.  

Tainter ofrece una visión principalmente sociopolítica, aludiendo a los recursos energéticos como el elemento necesario para el mantenimiento de las organizaciones sociopolíticas. Según Joseph Tainter, el avance industrial y tecnológico sólo se produce a costa de aumentar una complejidad estructural de enormes costes energéticos y sociales; y, a mayor avance (mayor complejidad), mayores recursos para mantenerlos, lo que deriva en un inexorable colapso[3].

Middleton incide en el papel que desempeña la política ambiental en el colapso, pero reconoce la importancia de los procesos sociales que se encuentran en el corazón de las comunidades humanas[4].

Es pues el propio incremento de la complejidad sociocultural la que marca tanto el auge de aquellas culturas como su propio declive, debido a que sus dirigentes y estructuras sociopolíticas se mostraron incapaces de dar una respuesta eficaz a los problemas derivados del cambio climático, de la salinización de los suelos, de la mala gestión de los recursos naturales, de la sobrepoblación o de sobrevivir a los desastres naturales.

Según Middleton, el papel que se otorga a los factores ambientales junto con la confusión sobre la terminología y los conceptos de colapso, han creado una aporía generalizada sobre el colapso y han dado lugar a la creación de mensajes mixtos sobre procesos históricos y sociales complejos.

Delgado y M. Rosas sostienen que, en contra de lo que afirma Diamond, y en mayor consonancia con las tesis de Tainter, el colapso no supone la desaparición completa de la sociedad, sino más bien la redefinición de una parte de la estructura organizativa de la misma y que el colapso absoluto es, por tanto, un caso muy raro y extremo, y alude a un proceso mucho más complejo relacionado con la forma en la que las dinámicas sociales, y en especial las de los sistemas políticos, se (re)definen, se (re)estructuran y se (re)construyen a lo largo de la historia[5].

Coincido con esta afirmación que es perfectamente aplicable a nuestra sociedad actual, en la que el cambio climático ha reavivado el debate sobre las consecuencias apocalípticas del impacto humano sobre el planeta, obviando otros aspectos de carácter socio-político claves en el devenir de nuestro periodo histórico. Estamos asistiendo al mayor conflicto social de nuestra historia, en el que está en juego nuestro futuro mismo. Nuestro sistema está enfermo, pero no padece una enfermedad transitoria que afecte únicamente a sus órganos financieros. Su enfermedad es sistémica, afecta a sus órganos vitales, al sistema político, su cerebro, y se extiende virulentamente propagando una degradación económica, política, social y medioambiental que sólo puede conducir al colapso. Vivimos en democracias frágiles, formales, partidistas; lo que posibilita el fortalecimiento de sistemas de gobierno oligárquicos en manos de minorías dominantes. El progreso y los enormes adelantos técnicos que han posibilitado la consecución de grandes descubrimientos y hazañas en todos los campos del saber sólo han conducido a una creciente sucesión de guerras y luchas fratricidas por el poder y los recursos naturales a lo largo de los últimos cien años, que ha ahondado la existencia de desequilibrios sociales extremos y ha conducido a la degradación del planeta en beneficio de una casta amparada en su poder mediático, económico, energético, político y militar.  Todo este progreso técnico no ha contribuido al desarrollo integral de las potencialidades del ser humano.

Esa es la clave para afrontar los graves problemas sobre el mundo que conocemos y hacer frente a la crisis de un sistema a escala global que se encamina hacia su ocaso con los riesgos y amenazas que este aciago escenario comporta.

En definitiva, debemos redefinir la política y la economía actual y corregir la disfunción entre progreso técnico y humanismo, favoreciendo la resolución de los graves problemas que forman parte de nuestro horizonte futuro: la pobreza, el desempleo, el racismo, la xenofobia, el fundamentalismo religioso, el conflicto norte sur, la seguridad alimentaria, las relaciones de género, los derechos humanos, el cambio climático, el control ético de la ciencia y la tecnología, el control de la información y un largo etc.

 

Bibliografía.

 

Diamond. Colapso. (2013) Por qué unas sociedades sobreviven y otras desaparecen. DEBATE. Barcelona.

Middleton (2012). “Nothing last Forever: Enviromental Discourses on the Collapse of Past Societies”. JArchaeolRes 20: 257-307.

J A Tainter. (1988). The Collapse of Complex Societies. Cambridge University Press, Cambridge.

McAnany y N. Yoffee (2010). “Why we Question Collapse and Study Human Resilience, Ecological Vulnerability, and the Aftermath of Empire”. Questioning Collapse. Cambridge University Press: 1-17.

Delgado y M. Rosas (2012). "De colapsos y continuidades. Una valoración conceptual del estudio de sociedades en transición". Sostenible 13: 13-29

 

Notas:

[1] J. Diamond. Colapso. (2013) Por qué unas sociedades sobreviven y otras desaparecen. DEBATE. Barcelona.

[2] A. McAnany y N. Yoffee (2010). “Why we Question Collapse and Study Human Resilience, Ecological Vulnerability, and the Aftermath of Empire”. Questioning Collapse. Cambridge University Press: 1-17.

[3] Tainter, Joseph A. 1988. The Collapse of Complex Societies. Cambridge University Press, Cambridge.

[4] D. Middleton (2012). “Nothing last Forever: Enviromental Discourses on the Collapse of Past Societies”. JArchaeolRes 20: 257-307.

[5] Delgado y M. Rosas (2012). "De colapsos y continuidades. Una valoración conceptual del estudio de sociedades en transición". Sostenible 13: 13-29

 

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